Las técnicas de manipulación corporal, como el Rolfing, que se basan en el contacto y la experiencia sensorial táctil pueden abrirnos una puerta hacia el mundo de las sensaciones físicas y la conciencia corporal.
Como practicante de yoga utilizo este espacio para profundizar en mi práctica, ganar mayor conocimiento sobre mi cuerpo, ser más consciente de mis movimientos, hábitos y patrones automáticos, aprender y abrir mi abanico de posibilidades. Todo esto se traduce en conductas y movimientos más saludables dentro y fuera de mi mat.
Y… ¿cómo sucede todo esto?
Mientras crecemos, desarrollamos un sentido de nosotros mismos en el que seleccionamos y mantenemos un repertorio de movimientos habituales, todo como un proceso inconsciente. Si vamos cómodos por el mundo es difícil que nos demos cuenta que este repertorio muchas veces presenta limitaciones y que nuestros hábitos corporales podrían estar perjudicando nuestra salud. Incluso cuando aparecen síntomas que nos sacan de esta comodidad, rara vez sospechamos que nuestra conducta es la causante.
Es esta relación entre nuestro comportamiento habitual y las condiciones crónicas de nuestros tejidos donde una manipulación como el Rolfing puede empezar a modificar. Durante las terapias manuales experimentamos nuevas presiones, espacios, y movimientos de nuestras extremidades. Esto a su vez creará nuevas sensaciones, y nueva información para que la mente pueda utilizarla como claves para ir formando nuevos hábitos, genere modificaciones y encuentre condiciones más saludables.
Durante mi práctica me di cuenta que no importaba cuanto me movía, mi tendencia era a moverme igual, mis movimientos estaban marcados por mis hábitos posturales, respuestas primarias, señales sensoriales e imágenes mentales de mi cuerpo. Intentaba moverme de manera diferente por cuenta propia, pero había una tendencia a favorecer ciertos patrones de movimiento que se sentían “normales” en mi cuerpo. Pero si permitía que otra persona hiciera los movimientos por mí, sin que mi sistema de respuestas interfiera, y que introdujera nuevos movimientos, podía sumergir mi mente en nuevas sensaciones que me podían empezar a dar claves sobre lo que estaba haciendo que producían mis dolores y tensiones, y que reforzaban mi sentido “normal” de ser y estar en el mundo.
Con estas nuevas sensaciones podía empezar a elegir nuevos patrones que estuvieran un poco más cerca a lo óptimo que lo “normal”. Al permanecer pasiva y permitirle a otro crear esos movimientos y sensaciones por mí, podía empezar a notar cómo se sienten estos nuevos patrones, que podría haberme tardado más tiempo experimentar por mí misma.
Cuando encontramos ese momento de rendición y permitimos que nuevas sensaciones surjan, nos damos cuenta de que no estamos obligados a seguir en las mismas compulsiones habituales de movimiento Puedo ver que el hábito es solo un hábito, no soy yo, yo soy algo más, y que tengo la libertad de elegir repetirlo o no.
Hasta que tengamos un conocimiento concreto sobre cómo las cosas están situadas y en qué maneras y grado pueden cambiar, usualmente no nos sentimos motivados a realizar estos cambios, o no sabemos cómo hacerlos. Hasta que hayamos sentido algo más armonioso en nuestro cuerpo no sabemos cómo ser más armónicos. Mientras más nos informamos sobre nuestra complejidad, más éxito tenemos usando nuestros cuerpos.
Es así como el Rolfing no es solo un tratamiento o procedimiento basado en una manipulación pasiva sino que implica también una educación sensoriomotora. No intenta “arreglar” un problema sino más bien generar un flujo de información sensorial hacia nuestra mente, información que no estaba siendo generada por nuestro limitado abanico de movimientos. Nos pone en contacto con nuestra situación presente, cuáles son las fuerzas que nos conforman, qué elementos faltan y qué posibles alternativas tenemos. Va llevando luz a través del tacto a los rincones más oscuros de nuestro cuerpo con el fin de llevar conciencia. Nos recuerda que somos seres vivos y cambiantes, y que no tenemos que luchar constantemente ni colapsar ante la fuerza de gravedad.